08 enero, 2021

Relato corto sobre la memoria del cuerpo



Mis manos comenzaron a sudar casi al mismo tiempo que mi pulso pisó el acelerador, me quedé perpleja, de pie, perpleja y casi como si pudiera predecir de pronto el futuro, deseé equivocarme por primera vez en la vida. 

Abrí la puerta como quien abre los ojos ante una realidad utópica, contuve el llanto, mis piernas temblaban, el estómago se retorcía, caminé apenas unos pasos como si mi cuerpo pesara lo mismo que un rascacielos, apenas cayó la primera lágrima me vine abajo con ella.

No podía articular palabra -o no quería-, sentía mi pulso titilar justo en la cien, sentí calor, luego frío y calor nuevamente. Las lágrimas seguían cayendo y mi cuerpo seguía pesando lo suficiente como para no levantarme -aún- del suelo.

Con el pasar del tiempo, algunas cosas se nos olvidan: el sabor de aquel dulce de la infancia, la voz de un ser querido que hace años no está, algunos recuerdos se tornan borrosos, lo que nunca puede borrarse son las sensaciones más intensas que tu cuerpo experimentó.

Han pasado muchos años y he olvidado muchas cosas, pero jamás he podido olvidar cada sensación que experimenté ese día. La memoria del cuerpo es perpetua.


                                          Daarlyn Perroni 🍃

18 diciembre, 2020

Volví


Ha pasado 1 año, 5 meses y 17 días desde la última vez que escribí.

Un montón de tiempo reprimiendo el arte de expresar sentimientos, de soltarlos, de dejarlos ir.

Hace 1 año y medio estaba encerrada en el laberinto de la vida: incrédula del amor, escéptica a los "tiempos mejores" de los que todos hablan al terminar una mala etapa, rota, gris, tenue.

Me perdí. 

Perdí mi escencia, mi pasión por lo que más amo: escribir, dejarme ir, volver como nueva. Me perdí, pensando que con eso perdería también todo lo que sentía.

"Hace falta perder algo para darte cuenta que lo amabas", reza un dicho popular, me perdí para amarme, me perdí para encontrarme, para darme otra oportunidad.

Volví. 

Me he permitido volver a dejarme ir entre insomnios en letras, volví a sentir y a soltar lo que siento en apenas unas líneas, volví a mi escencia. Volver no es sinónimo de valentía, porque he vuelto con miedo, pero mucho menos es sinónimo de cobardía porque, después de todo, he vuelto. Punto.

Fue solo un grito de Stop,
nunca me fui,
yo siempre he estado aquí.


Nota: si todavía queda alguien de las 3.000 personas que me leían con tanta entrega hace 1 año y medio, ¡gracias! 

Hoy estaba, como siempre, en una de esas noches de insomnio, escuché "siempre he estado aquí" de RBD y me cuestioné: ¿por qué no enfrentar el insomnio cómo mejor sé hacerlo? Escribiendo.

Volví con miedo, no sé si conservo el mismo toque, la misma escencia y esa "magia" al escribir que ustedes tanto mencionaban, no sé si soy la misma, pero soy y estoy. Aquí y ahora.

Volví. Abrazos.

                                     Daarlyn Perroni 🍃

01 julio, 2019

Asesino




Asesino, porque volviste una y otra vez a la escena del crimen, con sed de más, con ganas de más.

Asesino –y a sangre fría– porque no te tembló el pulso para decidir y matar; ganas, amor, tiempo, esfuerzo y vida.

Hoy podría llamarte asesino y fugitivo, porque la justicia no te alcanzó –todavía–, porque no te han hecho pagar lo que debes, lo que seguirás debiendo y que un día llegará a cobrarte la vida.

Asesino de sentimientos, de buenas intenciones, de planes sólidos, de noches eternas, del tacto casi perfecto.

Asesino en el sentido más metafórico, analógico, crudo y literal aceptado por esta sociedad, por ti, por mí.

Asesino en serie: porque me acabaste de a poco, capítulo a capítulo, y no solo a mí, a ese latido también lo mataste.

Asesino psicótico: porque quisiste llenar tu entorno de alucinaciones, incoherencias y delirios sobre algo que nunca fui, que nunca seré. Asesino psicótico, nervioso, esquizofrénico.

Asesino mitómano: porque la mentira compulsiva fue tu arma blanca y con 26 puñaladas de falacias, heriste hasta matar.

Asesino del deseo, de las etapas, de las ilusiones, del mañana, del ahora… asesino condenado a pena de muerte y pagándola en libertad condicional.

Asesino impulsivo: porque la reflexión nunca fue tu mejor amiga, porque hoy querías espinas y mañana rosas, porque no supiste luchar y te ganó la ira, el tiempo, la inmadurez.

Asesino indeciso: porque te encantaba caminar tomado de la mano con la traición y, al mismo tiempo, la aborrecías.

Asesino… asesino de pensamientos, de segundas oportunidades, de vidas por existir, de futuro, de recuerdos invaluables, de momentos fugaces, de pasión.

Asesino de lo mío,
asesino de lo tuyo,
asesino de lo nuestro.


Daarlyn Perroni 🍃

30 mayo, 2019

El adiós más difícil de pronunciar




Hoy, 20 de mayo del año 2018, estoy escribiendo estas líneas, tratando de encontrar las palabras adecuadas para despedirme de ti. 


Despedirme de aquella primera vez que nos encontramos, yo tan niña, tú tan indiferente a mi. 

Despedirme del momento preciso en que nos presentaron; un apretón de manos y una miradita de "no es la gran cosa".

Me cuesta una barbaridad decirle adiós a las primeras veces que reí a tu lado, hasta ayer todavía seguía soltando carcajadas. 

No sé cómo despedirme de los momentos difíciles que compartimos: nos llenamos de apoyo, de lágrimas, de frustraciones, desilusiones y malas noticias. 

En ti viví grandes despechos, contigo disfruté el mundo, a tu lado conocí al amor en su esencia más pura, apasionada y transparente. 

Hasta ayer me sentí tuya y hoy me cuesta soltarte, dejarte ir. 

Fui capaz de hacer lo que algunos llaman "imposible" por quedarme a tu lado, por ver esos amaneceres, por saborear todo lo que tenías para darme. 

Te defendí, literalmente, a capa y espada. Prometí ante el universo que, solo sobre mi cadáver, alguien te haría daño. 

Te defendí, aunque todos me dijeron que no compartiríamos el mismo camino para siempre, que no me hacías del todo bien, que allá afuera había un montón de cosas mejores que tú. Te defendí ante el mundo. 

Hoy me cuesta despedirme de los años; todos los que viví contigo. Me cuesta soltar las experiencias, las aventuras, nuestras primeras veces y de toda la magia que alguna vez me transmitiste. 

Despedirme de aquellos días en que, gradualmente, mi cariño por ti crecía y se me salía de las manos sin darme cuenta. 

Este ha sido el adiós más difícil de pronunciar. Especialmente porque no era momento de un adiós, todavía nos faltaron sueños por alcanzar, tiempo compartido, más lágrimas, más desilusiones, más risas, más metas, más experiencias, más, más, más... 

No sé cómo despedirme de todo lo que te dí, de lo que tú también me diste, de lo que nos dimos. 

Hoy te digo adiós, sin poder evitar derramar algunas lágrimas.

Este es el adiós más difícil de pronunciar.




Daarlyn Perroni 🍃

Nota: Esta entrada va dedicada a un lugar donde viví y experimenté un sinfín de emociones, un lugar del que tengo que despedirme pronto. Quizás, algunas líneas de este escrito también van dedicadas a otras personas, a otros momentos, a otros...

18 febrero, 2019

Me sigues


Se vuelve inevitable no ver tu mirada en aquellos videos de Rock que proyectaron en aquel bar extraordinario esa noche.

No sé cómo escuchar tu canción favorita de Guns N' Roses sin escuchar tu voz coreándola.

Cruzo aquella plaza, nuestra favorita, y no puedo evitar mirarte caminar en ella. 

Te veo sentado a mi lado, consumiendo el décimo cigarrillo, mientras me dramatizas lo más asombroso de tu día.

¿Cómo te alejas, para siempre, de la esencia de un momento? ¿Cómo caminas sin sentir sus pisadas de recuerdos dentro de los tuyos propios? 

A veces, me pregunto si alguna vez podré caminar kilómetros y ya no sentir que me sigues... otras veces, también me cuestiono sobre si será natural sentir que te sigue aquello que tanto te lastimó. ¿Es posible caer al borde de una locura abismal por sentires grisaceos? 

Y vuelves, me abrazas, me pides perdón, me mimas y despierto... Son las 2 a.m. y no, no estás, pero tu recuerdo me sigue hasta en los sueños.

Escucho bebés llorar, veo a sus madres calmarlos, mimarlos, cuidarlos... y ese recuerdo nunca creado, también me sigue. Esa decisión oscura también me sigue.

¿Es posible que nos sigan vivencias que no deseamos tener nunca más? ¿Me sigues porque lo duro no se olvida simple o porque yo quiero que me sigas?

Aquella vida que se surpimió temprana, guiada por deseos absurdos del yoísmo que siempre te acompañó, en esa ausencia también me sigues. 

Donde quiera que voy, me sigues...

Me sigues en esa canción, me sigues en aquel lugar, me sigues antes de dormir, me sigues... ¿y yo? ¿También te sigo?

Daarlyn Perroni 🍃

09 noviembre, 2018

Un latido

La primera vez que te vi no podía imaginar que fueras real, escuché latir tu corazón y exististe. 

Miles de preguntas pasaban por mi mente:
¿cuál será su nombre? ¿En qué momento me dirá algo por primera vez? ¿Le gustará dormir tanto como a mi? ¿Encontrará pasión en la escritura?

No te conocía si quiera, pero bastó un latido para sentir un amor profundo, para querer saber cómo sonreías, si tendrías mal humor, qué se sentiría tenerte y nunca perderte. 

Las pocas personas que sabían de ti, impresionadas, siempre especularon que serías muy inteligente y que, seguramente, cargarías con muchas travesuras... me preguntaba si serías alto, si te practicarías algún deporte, si te gustaría estudiar, si serías doctor, periodista, arquitecto o ingeniero. Me pregunté tantas cosas en apenas 48 horas, me pregunté toda una vida en dos días. 



¿Y cuál sería tu dulce favorito? ¿Y el color que más te gustaría? ¿Qué mañas habrías heredado? Internamente te pedí perdón por mil cosas que aún no pasaban; por haberme dejado llevar por la presión y ceder ante dejarte ir, por el ser despreciable que elegí para ti, por no haber planeado mejor mi vida contigo.

Me preguntaba si sentías lo que estaba por pasar, si sabrías que te quería antes de hacerte a un lado, si tenías alguna sensación de miedo, todo me lo pregunté a mí misma, porque tú no podrías responder, porque no tenía a nadie más para preguntárselo. 

Es increíble todo lo que te hace pensar y preguntarte un latido... 
Bastó un latido y ya te amaba.

Daarlyn Perroni 🍃

12 septiembre, 2018

SIEMPRE NUESTRO

En los silencios incómodos de los minutos que corren, mientras llega el bus, siempre nuestro.

En las sonrisas compartidas por los chistes internos que nadie a nuestro alrededor entendería, siempre nuestro.

En los gustos musicales tan distintos, pero compartidos, en las letras que nos dedicamos con un “escucha esta canción”, siempre nuestro.

En las miradas intensas que nos damos, mientras cada uno habla de lo que le apasiona; la música, el arte, la poesía, la vida… Siempre nuestro.

En las conversaciones profundas, intensas, esas que no puedes tener con nadie más, siempre nuestro.


En los secretos que todavía compartimos; los besos a escondidas, en mis piernas enlazadas a tus caderas, en nuestros gemidos, siempre nuestro.

En los celos que ocultamos, que nos tragamos, siempre nuestro.

En las ganas de haber hecho las cosas distintas, en el deseo de haber tenido un final distinto, en la desesperación de los pocos días que nos quedan por compartir, en ti, en mi, siempre nuestro.

Detrás de mi “ninguna piel suplanta la tuya” y a espaldas de tu “no hay otra con la que pudiera compararte”, siempre nuestro.

Entregados al destino y dejando a su merced nuestro futuro, jurando que nos cruce de nuevo, menos torpes, más valientes, con las mismas ganas, ahí, en ese anhelo… Siempre nuestro.

Siempre nuestro es un deseo,
una promesa,
un secreto,
un grito,
un “mío”,
un “tuya”...

Estamos listos para soltarnos en tu partida pero, mientras llega el fatídico día, estamos listos también para seguir disfrutando el viaje que ha sido coincidir.

Me entrego a ti en un beso,
te entregas a mi en una suave caricia,
siempre tuya,
siempre mío,
siempre nuestro.

Daarlyn Perroni 🍃

30 agosto, 2018

Amor clandestino

El nuestro no era un amor clandestino como el resto,
no nace de una simple aventura donde predomina el deseo carnal,
nace del deseo de amar en tiempos en que nadie a nuestro alrededor podría entender el sentimiento, aquel que sigue existiendo aún con tantos en contra, 
aún con tantos miedos, aún más intenso.

En la clandestinidad volvimos a armarnos en besos, nos construimos en caricias silenciosas, para los adentros de las habitaciones de los hoteles más insospechables de la ciudad capital. 


Reinventamos la manera de amar, a escondidas de los terceros, creando excusas incrédulas para ahogar en mentiras a aquellos que curioseaban qué, cómo, cuándo y dónde.

Nuestro amor clandestino no raya en una aventura casual, no se limita a las embestidas salvajes sobre un colchón, no busca llenar vacíos existenciales de uno con el otro, nuestro amor clandestino era más amor que el que podrían experimentar las parejas a nuestro alrededor.

Nos ahogamos en risas, nos bañamos en besos, nos desentendimos de las consecuencias, nos deshicimos del resto.

Amar, sentir, vivir.

Lo llamamos clandestino porque nadie gozaba del privilegio de conocer el post de nuestra historia, lo que estábamos viviendo, lo plenos que nos estábamos sintiendo, nadie podía conocerlo, nadie iba a entenderlo.

Lo llamamos amor porque ¿qué era si no? Nos veíamos casi a diario y aún así, al final de la noche, nos entregábamos a un "te extraño", nos cuidamos, nos protegemos, nos consentimos, nos entendemos, nos, nos, nos... 

¿Era posible fundirse más el uno con el otro en una aventura que una relación? ¿Era posible?
El amor no entiende de imposibles, no entiende de lógicas, 
El amor entiende de sentires y se avoca en ellos.

Te amo, me amas, ¿qué importa cómo termina?

Perdón si a alguien lastimamos solo con sentir lo inentendible,
Perdón si hemos mutado su concepto banal de un amor clandestino,
Perdón por desear,
Perdón por ser,
Perdón por amar.

Daarlyn Perroni 🍃

08 agosto, 2018

Depresión

Abro los ojos, por fin, han pasado unas horas -espero-, reviso el reloj, ¡Solo han sido 5 jodidos minutos! ¿Hace cuánto me costó tanto dormirme más de 5 minutos?

Suelto el reloj, miro a mi alrededor, oscuridad, me digo a mí misma que es momento de levantarse... ¡Hay tantas cosas por hacer! Fracaso en el intento, me doy la vuelta, me tapo de pies a cabeza y me entrego a un insomnio vacío.

Doy vueltas, pienso en lo bueno, en lo malo, en lo incierto... Estoy deseando que pasen los días en un abrir y cerrar de ojos.
No pasan, pesan. 



Van días de "¿cómo estás?", días de "debes comer, debes estar bien" ¿Qué va a saber el mundo del "deber" que tengo?

Quiero levantarme, si quiera a mirarme al espejo, a ver qué tan acabada estoy, no encuentro fuerzas, me pesa el cuerpo, me pesan los brazos, me pesa la vida.
Me pesa de nuevo.

Miro a mi izquierda, ahí están, mirándome fijamente, aclaman que nos hagamos una, las tomo en mis manos, las veo, pongo música de fondo, me dejo ir en recuerdos y pienso en dejarme ir para descansar, ahora sí, profundamente.

No puedo. ¿Ahora qué pasa? Un mensaje sin sentido me saca de la psicofonía, siento mis pies sobre la tierra de nuevo. ¿Por qué ahora? Las guardo de nuevo y respiro.
¿Estoy respirando? Sí. Respiro.

Me tumbo de nuevo, me entrego a lo que siento, ¿cómo hago para dejarlo salir? 
Quiero que desaparezca en un abrazo, en un beso, en un "te amo", en un "no te dejaré sola", pero solo se funde en un eterno "ya no puedo más".

Tomo el reloj, ¿cuánto tiempo ha pasado? Tan solo 30 minutos. ¿Así de eternos se harán los días? ¿Así de inaguantables? ¿Así de inesperados?




Daarlyn Perroni 🍃

Nota: esta entrada es un grito de "STOP!" basta de querer minimizar la depresión, de pensar que se cura con un "¡Ànimate que la vida es hoy!", con enumerar las cosas positivas por las cuales deberíamos sentirnos agradecidos, con un "Si estás así es porque quieres." 

La depresión destruye, mientras nadie lo nota. La depresión no es la persona que llora, podría ser la que ríe a diario y, en la intimidad, vive sumergida en ansiedades, pensamientos ahogados y culpabilidades inciertas. 

La depresión es una enfermedad, no una tristeza pasajera; es, muchas veces, el dedo que tira el gatillo en la vida de otras personas. Mientras que, otras tantas, es el principio de un camino de reinvención y sanación individual de un renacer, de otra oportunidad.

La depresión es muchas cosas, pero no es insignificante.


27 julio, 2018

Pequeño mentiroso

Me mientes, sin piedad, sin compasión, sin siquiera un poco de tacto. 

Me mientes cuando dices que ya no sientes, mientes aún cuando gritas, con furia y determinación, tu despedida. Me has mentido desde el primer día y me estás mintiendo en el último. 

Mi pequeño mentiroso, pequeño por la ingenuidad que tienes al creer que nunca he podido saber cuándo mientes. Me mientes mirándome a la cara y yo finjo que te creo, siempre finjo. 

Desde un "estoy bien" hasta un "ya no más"
Desde aquella mirada con destellos de "hasta nunca", hasta aquel beso con sabor a un "te espero"

Mentiste en el momento en que juraste un "para siempre", pero te mentiste aún más al sentenciar un "nunca más". Tuviste la verdad entre tus manos y la dejaste desbordarse, gotear y secarse.

Mi pequeño mentiroso, ya no nos digamos más mentiras, este adiós merece más.

Me encerraste a mentiras y a verdades incompletas, mentiras cuando hablaste de irnos para siempre y solo buscaste saciar tus impulsos de ira. Mentiste para olvidar todo aquello que fue indeleble: mis besos, mi piel, mi tacto, mi sabor y a mí. 

Lo más irónico de todo esto, es que no me has mentido nunca a mí, yo siempre he sabido de qué vas y qué sientes, esta mentira final te la estás diciendo a ti. Repítela, hasta que te convenzas de que soy espinas y no rosa, que soy tormenta y no arcoiris, que soy final y no comienzo. 

Tus mentiras no son más que laberintos, para huir de la puerta de mi pasión. Un pacto y mil promesas de dejarme atrás, cariño, todos los caminos llevan a Roma, y este laberinto, solo te trajo devuelta. 


Pequeño mentiroso, has mentido incontables veces, desde lo más insignifcante, hasta lo más importante. Has mentido tanto, que no tienes permitido mentir en el último momento. 

Pequeño mentiroso, mientes al no lanzarte sobre mí y comerme. Mientes piadosamente en tus sentires, pequeño mentiroso, ven y ya no mientas.

Mientes para ocultar lo que eres, para no darle rienda suelta a lo que sientes, mientes para buscar respuestas de preguntas que ni siquiera te has formulado. Tus mentiras no me hieren, son tus mentiras, no las mías.

Mi pequeño mentiroso, no es necesario mentir para tapar el miedo, permítete sentir y hacer de lo que sientes tu única verdad. 


Daarlyn Perroni 🍃