01 febrero, 2018

“La motivación que siempre he tenido para hacer todo es enorgullecer a mis padres”




Navid Cabrera nació en Maiquetía, estado Vargas, aunque fue criada en una montaña, en Carayaca. Pasó de compartir con la tranquilidad de la naturaleza y sus 14 lobos siberianos, a estudiar en una caótica ciudad como Caracas

Por Daarlyn Perroni

Estudió Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela, por su pasión a la escritura, y desarrolló profesionalmente sus otras pasiones, convirtiéndose en diseñadora e ilustradora y actriz de doblaje para canales internacionales como Cartoon Network y Nat Geo Kids.

Navid siempre supo del amor que sentía por la escritura, el diseño y el doblaje, pero nunca imaginó que podía encontrar un camino donde pudiera ejercer las 3 plenamente.

La cita tuvo lugar en la que fue su casa de estudios, la Universidad Central de Venezuela, Navid llegó puntual, estaba esperando sentada en la planta baja de la Escuela de Comunicación Social, traía un nuevo corte, su cabello, ahora rojizo, dejó de llegarle hasta la parte baja de la espalda, para adornarse en su cuello. No era fácil identificarla, parecía una joven estudiante más del montón.

El escenario más común fue el de ir por café en la Escuela de Estadística, donde el señor Alfredo, quien era casi un icono de la universidad por brindar siempre el café más delicioso… Navid saludó a Alfredo con entusiasmo, todavía conservaba su esencia de estudiante, todavía era parte de esta casa.

—¿Por qué tus padres decidieron mudarse de Maiquetía a Carayaca cuando tenías 4 años?
Mi familia se mudó a Carayaca, porque soy asmática y en Maiquetía todo es muy chiquito y caluroso, entonces, a mis padres se les ocurrió la brillante idea de irse a la montaña.

—¿Cómo fue tu infancia? ¿Hay algún momento bueno o uno malo que puedas recordar?
Diría que mi infancia fue como una montaña; donde hace frío y hay neblina todo el tiempo. En mi casa habían 14 lobos siberianos, tú podías decirle a un taxi: “llévame a la casa de los lobos” y te llevaban a mi casa. Mi papá trabaja en Macuto, entonces, él se iba de madrugada, todo el día, hasta la noche, así que estábamos todo el día con mi mamá, y mi ella siempre fue un poco nerviosa, entonces, no nos dejaba salir. Nosotros no jugábamos nada, ni con los vecinos, sino con los perritos… Mi infancia fue que mi hermano jugaba videojuegos todo el tiempo, mientras yo intentaba jugar… “David, préstame…” y él me contestaba “sí, siéntate ahí y cuando yo termine tú juegas” eso significaba estar todo el día sentada al lado de él, sin hacer nada. Cuando me cansaba de hacer eso, me ponía a dibujar… Mi casa tiene una parcela, que es donde estaban los lobos, y yo me la pasaba recorriéndola toda, dibujando cosas que veía, hablando sola o inventándome cosas…


“También recuerdo mucho a mi abuelo, el papá de mi mamá, porque él era poeta y era un inventor; cualquier cosa, él la solucionaba con inventos raros, así cual comiquita. Entonces, cuando él iba a mi casa, siempre me sentaba en sus piernas y me leía todo lo que él escribía, ahí me gustó bastante la escritura, escribía cuentos también. Él me acompañaba a explorar toda la parcela, leíamos cuentos y comíamos mandarinas y naranjas. Cuando iba a quedarme a su casa, en vacaciones, él tenía un taller y estaba ahí todo el día inventando cosas, mientras yo estaba ahí todo el día también, viéndolo inventar cosas. Es lo más bonito que yo recuerdo de mi infancia.

“Lo más feo de mi infancia, creo que es lo más feo de cualquier infancia de niños así, fue cuando mis padres se separaron. Yo tenía 11 años en ese entonces, soy la hermana del medio, somos 3: David, Navid y Naivid ¿qué tal la creatividad de mi mamá? –ríe- Mi hermanita nació cuando yo tenía 9 y mi hermano es 3 años mayor que yo. Entonces, cuando mis papás se divorciaron, mi hermanita era muy chiquita y mi hermano era un adolescente puberto en etapa de rebeldía, yo sentía la necesidad de darle un ejemplo a mi hermanita chiquitica y de mantener la calma por mi hermano mayor. Siempre he sido la mediadora, ¡es horrible! –ríe- 

—¿Emocionalmente te afectó mucho esa separación?
Más o menos, yo me mantenía tranquila, pero tuve actitudes que hasta ahora me doy cuenta que las tenía. Por ejemplo, yo iba al liceo y mi papá iba a visitarnos los lunes y martes, entonces, apenas terminaba las clases, me iba corriendo, porque me daba miedo llegar tarde y que ya mi papá no estuviera ahí. Si se me quedaba el teléfono, yo me regresaba llorando, porque mi papá me podía llamar en cualquier momento, aunque no me llamaba.

—¿Tenías miedo de que tu papá te olvidara?
Sí, era como un… “Papá, no me estoy olvidando de ti, estoy pendiente de ti y estoy en mi casa, por si vienes” A veces, pasaba que no iba. También me molestaba y me hacía sentir muy mal, cuando mi papá nos sacaba a pasear y llevaba a su mujer, eso para mí fue chocante, porque mi papá, en vez de darle la mano a mi hermanita de 4 años, se la daba su mujer, mientras caminaban delante de nosotras, entonces, yo me sentía la mamá de mi hermanita. O sea, no fui una niña que estuviera de un lado para otro, corriendo y jugando, sino que estaba muy pendiente de mi hermana.

—Actualmente, ¿cómo es la relación con tus padres?
Actualmente… Es complicado. Yo siento que soy su mamá, más de mi mamá... De hecho, al punto de que si pasa algo en mi casa y yo estoy aquí, ella me llama para resolver. A mí no me molesta, pero siento que tengo una responsabilidad con ellos, al punto de que no me quiero ir del país por eso, no puedo. Tengo que llevármelos conmigo, porque siento que si me voy, ellos van a correr en círculos y chocar contra algo. Mi papá si es otra cosa, porque mi papá está todo frustrado por el país, entonces intento calmarlo, pero no me quiere dar sus preocupaciones.

—¿Cuándo decidiste que querías dedicarte a ser comunicadora social?
Cuando yo terminé el liceo, yo no sabía qué carrizos hacer con mi vida, porque cuando yo era pequeña, lo único que decía era: “cuando sea grande, quiero ayudar a la gente” esa era mi pista, entonces, cuando me tocó poner mis opciones en OPSU, no sabía qué hacer… Mi papá quería que yo fuera militar y mi mamá que fuera doctora. Pero era asmática y me daba grima la sangre y las heridas. Buscamos en un libro sobre las carreras y mi mamá encontró Comunicación Social, así que me dijo: “mira, Navid, aquí hay fotografía, a ti te gusta y escriben” y yo: “¡Sí! Está bien” ...Y mi mamá continuaba: “y hacen cine…” y yo: “ajá, ¡escriben!” Mi meta era escribir, a mi me encanta la literatura. Yo incluso busqué el significado de mi nombre y dije: “mi nombre me tiene que decir qué tengo que elegir”-ríe-  ¿te estás dando cuenta que estoy un poco chiflada, verdad? Navid, es un nombre de hombre y significa “buenas noticias” y, mi segundo nombre, Alexandra, significa: “ayudante de la humanidad” así que pensé: “bien, buenas noticias que ayudan a la humanidad… ¡Periodismo!” Y esa fue la que quedó.

—¿Hay alguien o algo que te haya servido de inspiración para elegir una de tus 3 pasiones?
Mi familia, por parte de mamá, es muy creativa… Mi abuelo era poeta, dibujaba y pintaba; mi mamá pinta y hace manualidades de todo tipo de hermanos y crecí viéndola a ella hacer cosas; y, mi hermano también dibuja. Yo me sentía como que no escribo lo suficientemente bien, ni dibujo lo suficientemente bien, pero igual voy a hacer las dos cosas. Era como un reto para mí, yo pensé: “está bien, no lo hago lo suficientemente bien, pero si lo dejo, tampoco lo voy a hacer suficientemente bien nunca, entonces, tengo que hacerlo” yo soy muy exigente conmigo y muy perfeccionista. Todavía siento que me falta muchísimo…

—¿Cuál es tu mayor sueño, el más ambicioso?
Es que tengo muchos…

Auto-ilustración hecha por Navid Cabrera.
—Nómbrame 3…
Bueno, yo quiero hacer animación; un cortometraje, pequeños comics, hacer ilustraciones o ilustrar un libro infantil, me encantaría tener una tiendita virtual en la que venda mis ilustraciones, estoy trabajando en eso. Otro sueño, en el área de Comunicación Social, es escribir semblanzas, porque hay tantas historias que contar y que la gente no les presta atención, pero yo siento que si lo escribes bonito, a la gente le va a gustar más. Es como un encanto, un hechizo que tienen las semblanzas, que tú crees que es un cuento, pero es algo que pasó de verdad, eso me gusta: jugar entre lo real y lo imaginario. Y, otro sueño, es estudiar muchas cosas… Quiero estudiar diseño, animación 2D y 3D, quiero estudiar diseño de modas, quiero aprender a coser, me gusta diseñar ropa. Tengo un problema, yo siento que si no tengo un solo sueño grande, como los demás, voy a trabajar de poquito en poquito en los demás y nunca alcanzaré que ninguno sea grande. Eso me frustra a veces, pero tampoco me he parado, porque entonces, así tampoco lo voy a lograr.

—En este sentido, todos tenemos grandes sueños, pero también miedos, ¿Cuál es el tuyo?
También tengo varios –ríe- tengo un miedo constante a defraudar a las personas y a defraudarme a mí misma. Creo que por eso soy tan perfeccionista, es como que todo tiene que estar bien o voy a herir a alguien… Ese es otro miedo también, herir a alguien, me pasa mucho que no me doy cuenta de cosas, porque debo ser muy lela o algo, pero creo que soy socialmente torpe, porque no capto el doble sentido o las indirectas. Entonces, termino lastimando a una persona, porque ella cree que me di cuenta de lo que me dice, pero no lo hago.

“Tengo un miedo terrible a quedarme ciega, es un miedo real y horrible. Mi vista era buena, ya no, eso no quiere decir que me vaya a quedar ciega, pero, por ejemplo, cuando yo apago la luz en mi cuarto, no veo por un ojo y a mí me da terror. Además, me imagino ciega siempre… Lo visual a mi me mata, si yo voy caminando y caen hojitas de los árboles yo me detengo, porque necesito ver eso. Entonces, necesito mis ojos para dibujar, para hacer doblajes y para escribir, para todo. Le tengo terror a esto.

—¿Cuál es tu mayor motivación en la vida?
Una motivación que siempre he tenido para hacer todo es enorgullecer a mis padres, siempre. Siempre que trabajo es para eso. No importa si me estoy matando en el camino, pero cuando yo escucho a mi mamá diciendo: “¡Ay, mi niña” ya yo estoy “¡valió la pena!” y, bueno, mi papá me dará una palmadita así –se autogolpea, suavemente, sobre el hombro, mientras sus ojos se llenan de lágrimas- mira… Ya voy a llorar.

—¿Tú papá no es muy expresivo contigo?
Sí, pero no tanto, porque mi papá no es tan cariñoso, tampoco es tan serio… Pero es que tampoco lo veo mucho. Yo me pego a él como una sanguijuela, cuando lo veo, no me suelto.

—¿Qué esperas de la vida?
No sé qué espero de la vida, porque, a veces, tengo la impresión de que la vida se va acabar y yo no voy a poder hacer nada, y eso me frustra, entonces, quiero hacerlo todo el mismo día. Lo que espero de la vida es que me dé tiempo de hacer lo que quiero hacer. Hay otros momentos, cuando ya estoy haciendo las cosas que quiero hacer, en mi momento feliz, lo que espero de la vida es que sigan más momentos así como esos.

—¿Alguna vez has sentido miedo o duda de algún aspecto de tu vida?
Tengo mis momentos en que me deprimo y siento que nada funciona, pero creo que esos son momentos que necesitamos para drenar. Yo siempre sentí que no encajaba en ninguna parte, luego, cuando empecé a encontrar cosas que me gustaban, como la carrera, empecé a encajar mi rompecabezas con cositas y, cuando encontré el doblaje fue cuando encontré el punto máximo. No tuve que hacer mayor esfuerzo para encajar. Entonces, decidí comenzar a ser feliz.

—¿Por qué cosas te gustaría que te recordara la gente?
Pasa en el doblaje, y en el periodismo también, que hay gente que lo que quiere es fama. Yo no quiero fama, de hecho, siempre me preguntan por qué no soy actriz, pero no me gusta, yo prefiero ser anónima. Me gusta que la gente escuche mi voz y diga “¡Ay! Me gusta como suena, pero no sé quién es” y yo estar al lado de ellos. Yo quisiera que la gente me recordara por lo que compartí con ellos, por los recuerdos que hicimos juntos… Es como cuidar una plantita; yo estoy compartiendo ahorita contigo y siento que se sembró una semilla, en una maceta y que, mientras yo hable más contigo y tengamos más momentos así, ella va a crecer. Tú le pones y yo le pongo. Al final, nos va a quedar un árbol bonito, entonces, a mi me gustaría que el árbol que planté con cada persona esté floreciendo para cuando ya yo no esté. Mi meta es florecerlos a todos para cuando yo ya no esté.

Ha pasado una hora, el vaso de café está vacío y se ha convertido en el centro de entretenimiento de las manos inquietas de Navid, ella no ha parado de hablar y reír, ni un segundo, así es ella. Se despide sonriente, hasta el próximo café.