09 noviembre, 2018

Un latido

La primera vez que te vi no podía imaginar que fueras real, escuché latir tu corazón y exististe. 

Miles de preguntas pasaban por mi mente:
¿cuál será su nombre? ¿En qué momento me dirá algo por primera vez? ¿Le gustará dormir tanto como a mi? ¿Encontrará pasión en la escritura?

No te conocía si quiera, pero bastó un latido para sentir un amor profundo, para querer saber cómo sonreías, si tendrías mal humor, qué se sentiría tenerte y nunca perderte. 

Las pocas personas que sabían de ti, impresionadas, siempre especularon que serías muy inteligente y que, seguramente, cargarías con muchas travesuras... me preguntaba si serías alto, si te practicarías algún deporte, si te gustaría estudiar, si serías doctor, periodista, arquitecto o ingeniero. Me pregunté tantas cosas en apenas 48 horas, me pregunté toda una vida en dos días. 



¿Y cuál sería tu dulce favorito? ¿Y el color que más te gustaría? ¿Qué mañas habrías heredado? Internamente te pedí perdón por mil cosas que aún no pasaban; por haberme dejado llevar por la presión y ceder ante dejarte ir, por el ser despreciable que elegí para ti, por no haber planeado mejor mi vida contigo.

Me preguntaba si sentías lo que estaba por pasar, si sabrías que te quería antes de hacerte a un lado, si tenías alguna sensación de miedo, todo me lo pregunté a mí misma, porque tú no podrías responder, porque no tenía a nadie más para preguntárselo. 

Es increíble todo lo que te hace pensar y preguntarte un latido... 
Bastó un latido y ya te amaba.

Daarlyn Perroni 🍃