01 julio, 2019

Asesino




Asesino, porque volviste una y otra vez a la escena del crimen, con sed de más, con ganas de más.

Asesino –y a sangre fría– porque no te tembló el pulso para decidir y matar; ganas, amor, tiempo, esfuerzo y vida.

Hoy podría llamarte asesino y fugitivo, porque la justicia no te alcanzó –todavía–, porque no te han hecho pagar lo que debes, lo que seguirás debiendo y que un día llegará a cobrarte la vida.

Asesino de sentimientos, de buenas intenciones, de planes sólidos, de noches eternas, del tacto casi perfecto.

Asesino en el sentido más metafórico, analógico, crudo y literal aceptado por esta sociedad, por ti, por mí.

Asesino en serie: porque me acabaste de a poco, capítulo a capítulo, y no solo a mí, a ese latido también lo mataste.

Asesino psicótico: porque quisiste llenar tu entorno de alucinaciones, incoherencias y delirios sobre algo que nunca fui, que nunca seré. Asesino psicótico, nervioso, esquizofrénico.

Asesino mitómano: porque la mentira compulsiva fue tu arma blanca y con 26 puñaladas de falacias, heriste hasta matar.

Asesino del deseo, de las etapas, de las ilusiones, del mañana, del ahora… asesino condenado a pena de muerte y pagándola en libertad condicional.

Asesino impulsivo: porque la reflexión nunca fue tu mejor amiga, porque hoy querías espinas y mañana rosas, porque no supiste luchar y te ganó la ira, el tiempo, la inmadurez.

Asesino indeciso: porque te encantaba caminar tomado de la mano con la traición y, al mismo tiempo, la aborrecías.

Asesino… asesino de pensamientos, de segundas oportunidades, de vidas por existir, de futuro, de recuerdos invaluables, de momentos fugaces, de pasión.

Asesino de lo mío,
asesino de lo tuyo,
asesino de lo nuestro.


Daarlyn Perroni 🍃

30 mayo, 2019

El adiós más difícil de pronunciar




Hoy, 20 de mayo del año 2018, estoy escribiendo estas líneas, tratando de encontrar las palabras adecuadas para despedirme de ti. 


Despedirme de aquella primera vez que nos encontramos, yo tan niña, tú tan indiferente a mi. 

Despedirme del momento preciso en que nos presentaron; un apretón de manos y una miradita de "no es la gran cosa".

Me cuesta una barbaridad decirle adiós a las primeras veces que reí a tu lado, hasta ayer todavía seguía soltando carcajadas. 

No sé cómo despedirme de los momentos difíciles que compartimos: nos llenamos de apoyo, de lágrimas, de frustraciones, desilusiones y malas noticias. 

En ti viví grandes despechos, contigo disfruté el mundo, a tu lado conocí al amor en su esencia más pura, apasionada y transparente. 

Hasta ayer me sentí tuya y hoy me cuesta soltarte, dejarte ir. 

Fui capaz de hacer lo que algunos llaman "imposible" por quedarme a tu lado, por ver esos amaneceres, por saborear todo lo que tenías para darme. 

Te defendí, literalmente, a capa y espada. Prometí ante el universo que, solo sobre mi cadáver, alguien te haría daño. 

Te defendí, aunque todos me dijeron que no compartiríamos el mismo camino para siempre, que no me hacías del todo bien, que allá afuera había un montón de cosas mejores que tú. Te defendí ante el mundo. 

Hoy me cuesta despedirme de los años; todos los que viví contigo. Me cuesta soltar las experiencias, las aventuras, nuestras primeras veces y de toda la magia que alguna vez me transmitiste. 

Despedirme de aquellos días en que, gradualmente, mi cariño por ti crecía y se me salía de las manos sin darme cuenta. 

Este ha sido el adiós más difícil de pronunciar. Especialmente porque no era momento de un adiós, todavía nos faltaron sueños por alcanzar, tiempo compartido, más lágrimas, más desilusiones, más risas, más metas, más experiencias, más, más, más... 

No sé cómo despedirme de todo lo que te dí, de lo que tú también me diste, de lo que nos dimos. 

Hoy te digo adiós, sin poder evitar derramar algunas lágrimas.

Este es el adiós más difícil de pronunciar.




Daarlyn Perroni 🍃

Nota: Esta entrada va dedicada a un lugar donde viví y experimenté un sinfín de emociones, un lugar del que tengo que despedirme pronto. Quizás, algunas líneas de este escrito también van dedicadas a otras personas, a otros momentos, a otros...

18 febrero, 2019

Me sigues


Se vuelve inevitable no ver tu mirada en aquellos videos de Rock que proyectaron en aquel bar extraordinario esa noche.

No sé cómo escuchar tu canción favorita de Guns N' Roses sin escuchar tu voz coreándola.

Cruzo aquella plaza, nuestra favorita, y no puedo evitar mirarte caminar en ella. 

Te veo sentado a mi lado, consumiendo el décimo cigarrillo, mientras me dramatizas lo más asombroso de tu día.

¿Cómo te alejas, para siempre, de la esencia de un momento? ¿Cómo caminas sin sentir sus pisadas de recuerdos dentro de los tuyos propios? 

A veces, me pregunto si alguna vez podré caminar kilómetros y ya no sentir que me sigues... otras veces, también me cuestiono sobre si será natural sentir que te sigue aquello que tanto te lastimó. ¿Es posible caer al borde de una locura abismal por sentires grisaceos? 

Y vuelves, me abrazas, me pides perdón, me mimas y despierto... Son las 2 a.m. y no, no estás, pero tu recuerdo me sigue hasta en los sueños.

Escucho bebés llorar, veo a sus madres calmarlos, mimarlos, cuidarlos... y ese recuerdo nunca creado, también me sigue. Esa decisión oscura también me sigue.

¿Es posible que nos sigan vivencias que no deseamos tener nunca más? ¿Me sigues porque lo duro no se olvida simple o porque yo quiero que me sigas?

Aquella vida que se surpimió temprana, guiada por deseos absurdos del yoísmo que siempre te acompañó, en esa ausencia también me sigues. 

Donde quiera que voy, me sigues...

Me sigues en esa canción, me sigues en aquel lugar, me sigues antes de dormir, me sigues... ¿y yo? ¿También te sigo?

Daarlyn Perroni 🍃