30 agosto, 2018

Amor clandestino

El nuestro no era un amor clandestino como el resto,
no nace de una simple aventura donde predomina el deseo carnal,
nace del deseo de amar en tiempos en que nadie a nuestro alrededor podría entender el sentimiento, aquel que sigue existiendo aún con tantos en contra, 
aún con tantos miedos, aún más intenso.

En la clandestinidad volvimos a armarnos en besos, nos construimos en caricias silenciosas, para los adentros de las habitaciones de los hoteles más insospechables de la ciudad capital. 


Reinventamos la manera de amar, a escondidas de los terceros, creando excusas incrédulas para ahogar en mentiras a aquellos que curioseaban qué, cómo, cuándo y dónde.

Nuestro amor clandestino no raya en una aventura casual, no se limita a las embestidas salvajes sobre un colchón, no busca llenar vacíos existenciales de uno con el otro, nuestro amor clandestino era más amor que el que podrían experimentar las parejas a nuestro alrededor.

Nos ahogamos en risas, nos bañamos en besos, nos desentendimos de las consecuencias, nos deshicimos del resto.

Amar, sentir, vivir.

Lo llamamos clandestino porque nadie gozaba del privilegio de conocer el post de nuestra historia, lo que estábamos viviendo, lo plenos que nos estábamos sintiendo, nadie podía conocerlo, nadie iba a entenderlo.

Lo llamamos amor porque ¿qué era si no? Nos veíamos casi a diario y aún así, al final de la noche, nos entregábamos a un "te extraño", nos cuidamos, nos protegemos, nos consentimos, nos entendemos, nos, nos, nos... 

¿Era posible fundirse más el uno con el otro en una aventura que una relación? ¿Era posible?
El amor no entiende de imposibles, no entiende de lógicas, 
El amor entiende de sentires y se avoca en ellos.

Te amo, me amas, ¿qué importa cómo termina?

Perdón si a alguien lastimamos solo con sentir lo inentendible,
Perdón si hemos mutado su concepto banal de un amor clandestino,
Perdón por desear,
Perdón por ser,
Perdón por amar.

Daarlyn Perroni 🍃

08 agosto, 2018

Depresión

Abro los ojos, por fin, han pasado unas horas -espero-, reviso el reloj, ¡Solo han sido 5 jodidos minutos! ¿Hace cuánto me costó tanto dormirme más de 5 minutos?

Suelto el reloj, miro a mi alrededor, oscuridad, me digo a mí misma que es momento de levantarse... ¡Hay tantas cosas por hacer! Fracaso en el intento, me doy la vuelta, me tapo de pies a cabeza y me entrego a un insomnio vacío.

Doy vueltas, pienso en lo bueno, en lo malo, en lo incierto... Estoy deseando que pasen los días en un abrir y cerrar de ojos.
No pasan, pesan. 



Van días de "¿cómo estás?", días de "debes comer, debes estar bien" ¿Qué va a saber el mundo del "deber" que tengo?

Quiero levantarme, si quiera a mirarme al espejo, a ver qué tan acabada estoy, no encuentro fuerzas, me pesa el cuerpo, me pesan los brazos, me pesa la vida.
Me pesa de nuevo.

Miro a mi izquierda, ahí están, mirándome fijamente, aclaman que nos hagamos una, las tomo en mis manos, las veo, pongo música de fondo, me dejo ir en recuerdos y pienso en dejarme ir para descansar, ahora sí, profundamente.

No puedo. ¿Ahora qué pasa? Un mensaje sin sentido me saca de la psicofonía, siento mis pies sobre la tierra de nuevo. ¿Por qué ahora? Las guardo de nuevo y respiro.
¿Estoy respirando? Sí. Respiro.

Me tumbo de nuevo, me entrego a lo que siento, ¿cómo hago para dejarlo salir? 
Quiero que desaparezca en un abrazo, en un beso, en un "te amo", en un "no te dejaré sola", pero solo se funde en un eterno "ya no puedo más".

Tomo el reloj, ¿cuánto tiempo ha pasado? Tan solo 30 minutos. ¿Así de eternos se harán los días? ¿Así de inaguantables? ¿Así de inesperados?




Daarlyn Perroni 🍃

Nota: esta entrada es un grito de "STOP!" basta de querer minimizar la depresión, de pensar que se cura con un "¡Ànimate que la vida es hoy!", con enumerar las cosas positivas por las cuales deberíamos sentirnos agradecidos, con un "Si estás así es porque quieres." 

La depresión destruye, mientras nadie lo nota. La depresión no es la persona que llora, podría ser la que ríe a diario y, en la intimidad, vive sumergida en ansiedades, pensamientos ahogados y culpabilidades inciertas. 

La depresión es una enfermedad, no una tristeza pasajera; es, muchas veces, el dedo que tira el gatillo en la vida de otras personas. Mientras que, otras tantas, es el principio de un camino de reinvención y sanación individual de un renacer, de otra oportunidad.

La depresión es muchas cosas, pero no es insignificante.