Muchas veces decimos amar nuestra libertad, esa la cual nadie tiene derecho a arrebatarnos. Pero ¿hasta qué punto se confunde libertad con soledad?

Nos gusta sentirnos libres, no tener nadie a quién darle explicaciones de a dónde vamos, a qué hora volveremos, sí volveremos, con quién andamos. Pero al mismo tiempo no hay nadie que se preocupe si llegas bien a casa, si comes bien, qué has hecho en estos días, si estás bien o si estás mal. ¿A eso le podemos llamar libertad o soledad?
Dichosos aquellos que puedan encontrar el punto medio entre ambos: tener a alguien que te haga compañía, que se preocupe por ti, que esté a tu lado pero que no te limite a ser como eres, que comparta las cosas que gustan a hacer y con quien puedas actuar como si estuvieras solo aunque no lo estés. A esto podemos llamarle libertad con todas sus letras, libertad en compañía, libertad que no ata, libertad que no prohibe, libertad de ser y estar, sin ser ni estar solo. LIBERTAD.
Basta de confundir libertad con estar solos cada domingo en la noche, basta de llamar libertad a ese estado de no tener a quién decirle que estás mal y que necesitas que se preocupen por ti. Y sobre todo, basta de llamar soledad al pensamiento de que para ser tú necesitas alejarte del mundo.
Ama en libertad, deja que te amen en libertad. Que no te cohíban y sobre todo: que no cohíbas. La soledad no siempre es sinónimo de libertad, al menos no cuando estar solo te ata a la tristeza.
Daarlyn Perroni 🍃
0 comentarios:
Publicar un comentario
Sea para debatir, opinar, halagar o simplemente expresar lo que sientes... ¡Tu comentario será bienvenido! Te leo.